lunes, 1 de junio de 2009

"Los Chacales" en la Penal de Oblatos.

“Los Chacales” tenían como característica ser presos condenados a sentencias impagables en términos carcelarios. Eran presos que habiendo caído a Oblatos por robo o por homicidio, dentro de la misma cárcel iban acumulando nuevos crímenes –lesiones, extorsión u homicidio- hasta que sus condenas eran garantía de que jamás saldrían de La Penitenciaría; sus miembros más antiguos estaban en La Penal desde fines de los años cincuenta y principios de los sesenta. Algunos de sus más importantes miembros fueron Evaristo Plascencia Casillas, Juan Galeana Zepeda, Jesús Meza Borbón “El Pitoloco”, Raúl Flores Martínez, Tiburcio Mandujano Amador, Manuel Hernández Fonseca “La Bigotona”, Basilio Meza Acevedo, José de Jesús Flores Vázquez, Raúl Campos y unos años después se integraría al grupo Reynaldo Navarro Arrellano.
De hecho, fueron algunos de ellos quienes en 1960 asesinaron a Francisco Hernández Guzmán, alias “El Nahual”, otra de las leyendas negras de Oblatos durante la década de los cincuenta . Sobre Evaristo Plascencia Casillas —quien fuera asesinado por en septiembre de 1977 por algunos guerrilleros como ya indiqué— hacía 1961 tenia una condena acumulada de 62 años cinco meses doce días; Plascencia Casillas estaba en Oblatos por un homicidio cometido en 1953 y fue elegido junto a otros reos para ser enviado en la primera “cuerda” que salió de Oblatos rumbo a las Islas Marías. Junto con otros 18 de los “incorregibles” de La Penal fue consignado a esa cárcel del pacifico en julio de 1961; respecto a los enviados se decía:

Para que se pueda tener una idea de la peligrosidad de los nueve individuos que formaron la primera “cuerda” enviada anteayer de la Penitenciaría del Estado a las Islas Marías (…) advirtiéndose que sobre algunos de ellos pesan condenas acumuladas de treinta y cinco, cincuenta y ocho y hasta sesenta y dos años de prisión, por lo que se considera remoto que por lo menos en tales casos, tales delincuentes vuelvan algún día a pisar estas tierras .

Por otra parte, los guerrilleros que hicieron frente a “Los Chacales” tienen nombre, pertenecieron a un espacio y a un grupo. Octubre de 1977 es un temblor que derrumba las estructuras de un orden y entreabre las condiciones para otro momento. Ahí estaban dentro del grupo de los guerrilleros los hermanos Ramón y Juventino Campaña López, los hermanos Eduardo y Alfredo Manzano Muñoz. Todos de las FRAP; ahí estaban Jesús Ramírez Meza y Armando Rentería Castillo ambos de la Liga Comunista 23 de Septiembre. También estuvieron en medio de la destrucción del diez de octubre Manuel Garcia Moreno y Benjamin Ramírez Castañeada de la Unión del Pueblo. Algunos sin grupo definido como Sergio Symonds. Junto a ellos otros más que ya serán nombrados. Esto sin olvidar a los muertos: Reynaldo Navarro Arellano, Pedro Chávez de la O, Félix Zaragoza Quevedo, Luciano de la Torre Arévalo o Isidoro Rivas Rodríguez. Todos ellos miembros de “Los Chacales”, deambulando en un espacio efímero, electrificado por el caos.
Hay que intentar identificar una situación que se presentaba hacia los días cuatro y cinco de octubre de 1977. Es posible que en esos momentos se estuviera preparando una acción a gran escala dentro de La Penal por parte de las autoridades en contubernio con “Los Chacales”, con el objetivo de linchar a los guerrilleros. Esto se infiere por la manera en que algunos de los reos militantes de la guerrilla habían sido segregados tanto en el Departamento I como en “El Corralito” con la aparente intención de “utilizarlos” como piezas de ataque en una confrontación que redujera la influencia de los guerrilleros dentro de Oblatos. A lo largo de esta explicación veremos cómo el motín de Oblatos adquiere algunos de los elementos clásicos en ese tipo de conflictos: la toma de rehenes. En este caso, fueron varios grupos que conformaban los sectores poblacionales de La Penal los que quedaron bajo la amenaza de ser aniquilados por los amotinados. Entre estos objetivos estuvieron los mencionados “Chacales” identificados como los extorsionadores más brutales de Oblatos. De la misma manera corrieron peligro aquellos presos vinculados a “Los Chacales”. También –y por ello había que hacer algo- el personal penitenciario quedaría expuesto a la violencia.

El viejo y clásico motín en el que se domina a los guardianes suprimiendo el obstáculo viviente para la evasión, y les quitan las llaves, ha adoptado en la moderna historia penitenciaria diferentes formas. La técnica actual coloca en primer plano la toma de rehenes. Cuando son simples celadores, las autoridades pueden atreverse a prescindir del chantaje una vez que han hecho lo posible para salvarlos .

Es decir que dentro del arrebato de los motines, el sistema carcelario mismo puede prescindir de sus agentes en tanto las formas de control dentro de la penitenciaria se mantengan. Los días previos a los motines hubo un altercado que resulta clave en el curso de los enfrentamientos. Los hechos del jueves cuatro de octubre dan cuenta de una situación de guerra abierta entre los guerrilleros y “Los Chacales”. Ese día cae herido de muerte el cabo de celadores Juan Ramón Ruiz Márquez. Las notas de los diarios hablan del suceso como un nuevo motín. Tres lesionados de consideración, unos de ellos de suma gravedad, y una cantidad no determinada de golpeados, era el saldo hasta anoche de un motín que se registró en la penitenciaría del Estado, en el que se detonaron 18 bombas de las llamadas “molotov”, y salieron a relucir pistolas y “puntas” las que finalmente no pudieron ser encontradas por ningún lado. Con cinco balazos en tórax, abdomen y brazos fue recogido del interior del penal el celador Ramón Ruiz Márquez, de 55 años quien fue conducido a la unidad Médica municipal del Dr. Francisco Ruiz Sánchez, pero dada su gravedad se le trasladó al Hospital Civil para su tratamiento formal .

En esencia, el director de La Penal, Pedro Parra Zenteno culpó a los presos de “El Rastro” de haber iniciado las confrontaciones, aduciendo que dos de los reclusos de dicho lugar se habían escapado durante la noche para agredir a los presos de la población en general. Salta a la vista este hecho como una contradicción en lo que respecta al férreo cuidado con que se había habilitado a “El Rastro” luego de la fuga de un año antes. En lo que concierne a esta posibilidad, es muy difícil pensar en ese momentáneo escape llevado a cabo por dos presos de ese departamento de extrema seguridad.

Según lo señalado por el director del penal, el Señor Pedro Parra Zenteno el problema se inició a eso de las tres de la tarde cuando dos de los confinados en la sección denominada “El Rastro”, brincaron las rejas hacia el patio general de la penitenciaría y empezaron a provocar a los reclusos. Ellos eran Antonio Ramírez Zavala y Daniel López Hernández o Hernández López, alias “El Piporro”, quienes se hallaban armados con puntas metálicas. Se inició entonces una riña colectiva en la que los reclusos empezaron a lanzarse botellas, piedras y cuanto proyectil tuvieran a las mano, resultando así muchos de ellos con golpes contusos. Cuando el zafarrancho estaba más acalorado empezaron a ser detonadas las bombas “molotov”, que aunque no causaron daños considerables, provocaron que el zafarrancho aumentara.
Es muy importante ubicar en este momento, los movimientos del líder de “Los Chacales” Reynaldo Navarro Arellano, pues es en sus maniobras que se pudieran inferir los pasos a tomar por la administración de la Penitenciaría de Oblatos para abatir a los guerrilleros. En primer lugar, se dice en la nota que fue el mismo Navarro Arellano quien “liberó” a los presos de “El Corral”, en donde se encontraban recluidos desde junio de ese año los involucrados del FRAP acusados de participar tanto en los asesinatos de David López Valenzuela como los de Evaristo Plascencia Casillas y de los hermanos José Carmen y Rafael Rangel Espíndola. Es claro que hubo desde la dirección de La Penal, en contubernio con “Los Chacales”, un trabajo que tuvo como propósito confrontar a las cúpulas de los grupos armados.
Para ese momento, la mayor parte de los militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre se encontraba recluida en “El Rastro”, mientras tanto los miembros de las FRAP estaban en “El Corralito” quedando unos cuantos más en el “Departamento I”. El carácter provocador del líder de “Los Chacales” se encuentra en una parte de la nota presentada en El Informador que daba cuenta del suceso: mientras el director de La Penal acusaba a los reos de “El Rastro” de haber provocado las confrontaciones, hubo testigos del zafarrancho tanto del lado de los presos como de los mismos celadores quienes acusaron al jefe de “Los Chacales” de haber sido quien disparó en contra del cabo de celador que resulto gravemente herido, y que con los días, precisamente durante la madrugada del 10 de octubre –momento mismo en que iniciaron los motines- perdería la vida.

Asimismo varios celadores y reclusos señalaron al reo Reynaldo Navarro Arellano como quien disparó con una pistola calibre trescientos cincuenta y siete mágnum, en contra del celador Ramón Ruiz Márquez, pero, como se dice, el arma no pudo ser localizada por ningún lado y el acusado niega los cargos .


En periódico “El Occidental” el tenor de los hechos favorece la versión del director de La Penal. En ese diario se afirma que la población de Oblatos se abalanzó contra los guerrilleros. Se atribuye al hecho de que los “subversivos” de “El Rastro” hayan herido con una “punta” a unos de los coordinadores de otra sección, el inicio de la pelea. Según se supo todo empezó a las 15 horas en que los elementos del “Rastro” Antonio Ramírez Zavala y Daniel López Hernández lesionaron a con su “punta” al coordinador Rosalío Zaragoza Arias quien lleva 10 años recluido en el penal y acaba de ser nombrado coordinador en substitución del otro coordinador Reynaldo Navarro Arellano, lo que provocó el enojo de los del “rastro”.
Luego de que fue herido el coordinador, los internos se enfurecieron por que les habían picado a su compañero los subversivos y empezaron a amotinarse e intentaron brincar la barda que separa el departamento de segregados con la población. Así empezó el problema, ya que el cabo de celadores en compañía de otros quiso imponer el orden y fue cuando se cruzó el fuego de los rurales que tiraron al piso queriendo desde las “almenas” contener a la gente amotinada. Esto provocó que fuera gravemente herido el cabo de celadores Ramón Ruiz Márquez quien recibió 4 impactos que lo tienen agonizante en el Hospital Civil de esta ciudad. Se pidieron elementos de las diversas corporaciones para calmar el “Motín” pero se calmó rápido al ordenar “no se sabe quien”, que dispararan contra la turba e hirieran al cabo de celadores Ruiz Márquez . Aquí ya hay una incongruencia pues la nota da a entender que había una relación entre Reynaldo Navarro y los de “El Rastro” dado que los guerrilleros se enojaron por que no lo nombraron como coordinador. Eso es imposible pues se sabe que fueron los guerrilleros de dicho lugar, quienes se fueron contra Reynaldo Navarro durante los motines de octubre.
Creo que hay que situar los hechos desde la perspectiva de los cambios que estaban ocurriendo en esa área desde abril, y de los cuales ya me habló Armando Rentería, es decir, primero hay que precisar el proceso en el cual fueron inhibidos los “coordinadores” elegidos democráticamente; de esa manera se entiende el efímero arribo de “Los Rangers” y la abrupta llegada de “Los Chacales” con el cometido de “limpiar” los problemas de La Penal. Creo que la respuesta esta en esa dinámica de violencia que tuvo en su núcleo la lucha por controlar puestos de “coordinadores”, de otra manera no se entiende que al cabo de celadores Ramón Muñoz, lo haya balaceado -según otra versión del hecho- el mismo Reynaldo Arellano. Con estos elementos es que puedo conjeturar que la acción contra los guerrilleros implicaba una provocación coordinada desde la dirección del Penal. Los encargados de efectuarla eran “Los Chacales” siendo el móvil de esa pretensión, la posibilidad de deshacerse de los guerrilleros por ser considerados una amenaza para un status u orden de cosas dentro de Oblatos.
Sin duda, lo ocurrido el cuatro de octubre es algo muy parecido a un ensayo en el cual se fue apuntalando la gran operación del 10 de octubre, en la cual “Los Chacales” tenían la certeza de que la población carcelaria los respaldaría en la eliminación de los militantes del movimiento armado, cosa que no sucedería conforme a lo planeado. Siguiendo la línea de los hechos este momento es definitivo en tanto nos remite al punto de cierre en esta relación de confrontaciones. Es con este hecho que concluye un proceso en el cual no había más salida que la eliminación organizada de un grupo sobre otro con el contubernio de las autoridades penitenciarias y la DFS. Así lo sostiene el Señor Luciano Rentería, quien al enterarse de esa posibilidad, se estuvo desplazando por la ciudad dando la voz de alarma entre los jefes de los departamentos policíacos y algunos políticos: nadie los escuchó, por lo que infiere que todo el aparato político y policíaco de la ciudad estaba enterado de esa operación y que la orden era que nadie interviniera.

El director del Penal y la policía de Nazar Haro estaban empeñados en que se hiciera una matazón en la que quedaran muertos los guerrilleros. Había un reglamento ahí la penitenciaría que indicaba que al entrar uno, se te daba una ficha, y no podías salir hasta que no te tocara. Yo procuraba entrar al último, para que cuando yo saliera traer la última información, pues ahí las cosas cambian de un momento a otro, rápido. Yo entré un domingo, y era la entrada de visita conyugal y salían el lunes. “Los Chacales” habían recibido armas el día cuatro de octubre a las seis de la tarde por parte del director Pedro Parra Zenteno. Eso se vio con asombro por parte de la población, pues querían que ésta no apoyara a los guerrilleros. Entonces cuando voy de salida ese día domingo, cuando aún faltaban unas veinte personas, llegan mi hijo –Armando Rentería- y Juventino Campaña López y me dicen: “Estamos condenados a morir, vamos a ser asesinados en cuanto salga la visita conyugal. Al salir nos fuimos en la camioneta a la comandancia de policía. Fuimos con Miguel Ángel Mendoza, un señor que nos ayudo bastante, nos ayudo a sacar el reglamento de la Penal, un humanista, y el se preocupó mucho, él estuvo llamando por teléfono a mucha gente para avisar de lo que se preparaba en la Penal. Nadie contestaba. Ya estaba preparado eso, ni en la procuraduría, ni el secretario de gobierno, nadie estaba .

Es sabido en nuestros días por las diferentes versiones surgidas de los mismos ex combatientes del movimiento armado de la ciudad, que un grupo de presos de alta peligrosidad fueron incitados por las mismas autoridades de la Penitenciaria de Oblatos para que exterminaran a los guerrilleros recluidos en “El Rastro”. En un viraje del ataque, la población general del reclusorio, hizo causa común con los guerrilleros, y se lanzó contra “Los Chacales”. Éste grupo que controlaba el lugar extorsionando y violentando la vida de los presos de La Penal, por lo cual se había ganado el odio colectivo de el “pueblo”.
En las confrontaciones previas a los motines del diez de octubre, encuentro la anticipación de la administración de la penitenciaría, la cual aliada con “Los Chacales” pretendieron cerrar el paso al avance a la posibilidad de que los guerrilleros lograran más presencia en un plano de una población carcelaria, que sobrepasaba lo limites del cupo de Oblatos. En general, la estrategia de “Los Chacales consistiría en aliarse con los presos recluidos en “El Corralito”, para atacar a los guerrilleros en de “El Rastro”. Como ya antes mencioné, quienes se encontraban encerrados en “El Corralito” eran los militantes de las FRAP, encabezados por Ramón Campaña López. Al momento en que Reynaldo Navarro Arellano lanzó a los guerrilleros de “El Corralito” contra los guerrilleros de “El Rastro”, éste estaba seguro de que su táctica tendría éxito y con ello cumpliría la encomienda de la dirección de Pedro Parra Zenteno. Pero como lo menciono: algo ocurrió. Se revirtieron los hechos. Conforme a Donzelot, los motines de Oblatos bien se pueden inscribir en un tipo de evento en el cual la coordinación es el elemento de cohesión de los grupos levantados.

El motín de presos se divide en dos tipos completamente distintos. Uno se fundamenta en que los presos amotinados actuando conjuntamente, ejerzan una presión más o menos grave sobre la voluntad de los funcionarios encargados de la vigilancia, presión que va hasta “la actividad violenta” y no precisa necesariamente ser una lesión corporal. En el segundo de los casos hay que forzar la resistencia de los dispositivos de cierre, mediata e inmediatamente, con cierta media de violencia .

El caso de los motines de Oblatos esta dentro de la primera apreciación. Un movimiento más o menos coordinado en contra de las autoridades de La Penal, que si bien en cierto momento parecía estar controlado –inclusive con la intervención de las mismas autoridades, de pronto fue revertido por otro grupo, que en un momento de sagacidad aprovecho las fuerzas desatada y las revistió en contra de las pretensiones de la administración de Oblatos. La explicación de ese giro, y la manera en que se vieron involucrados los guerrilleros en ello, son para mí la parte conclusiva de la vida de los presos políticos en Oblatos. Independientemente de la celeridad con que se despliegan esos últimos momentos, la crisis, el caos y la destrucción de esos días de octubre son una forma extensiva de lo que los militantes de la guerrilla vivieron al fin de cuentas en la Penal.
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El Informador, 21 de septiembre de 1960. Con azoro se daba cuenta de esa muerte a manos de Juan Galeana Zepeda con ayuda de “El Pitoloco” y por orden de Evaristo Plascencia Casillas; parte de la historia de este crimen indica que: “La noche anterior a su muerte, cuando “El Nahual” pasaba por las celdas de “El Corralito” escuchóse el chasquido de un beso que Galeana Zepeda dijo no saber quien lo hizo, pero que “El Nahual” se lo atribuyó a él y entonces furioso se volvió hasta la puerta de su celda y lo injurió diciendo que no era hombre y amenazándolo con que el siguiente día sería su fin”, ciertamente ese día alguien llegó a su fine, pero fue el mismo “Nahual”.
El Informador, Guadalajara, 8 de julio de 1961.
Jacques Donzelot, Espacio cerrado, trabajo y moralización, génesis y trasformaciones de la prisión y el manicomio, citado, p. 173.
El Informador, “Celador del penal herido ayer a balazos en nuevo motín” Guadalajara, 5 de octubre de 1977.
Ídem.
Ídem.
Una punta era un trozo de varilla metálica de unos treinta centímetros, afilada en una de sus partes.
El Occidental, “Enconadas rivalidades en el penal encienden otra ola de violencia”, Guadalajara, 5 de octubre.

Entrevista con Luciano Rentería, 9 de Julio del 2006
Jacques Donzelot, op. cit., p 182.