miércoles, 9 de julio de 2008

Héctor Eladio Hernández Castillo



Héctor Eladio Hernández Castillo




Una de las formas en que pude adentrarme en la identidad de la UP fue a través de conocer algunos aspectos del perfil general de su líder en Jalisco. Hay una publicación atribuida a una organización que ya antes mencione, llamada FNDP en la cual se exponen los aspectos generales de la vida del dirigente. El carácter particular de la presentación de esta biografía de Eladio es una descripción heróica. Sin duda fue escrita por una o varias personas las cuales tuvieron una justificada razón, quizás basada en la cercanía del combate, para presentarlo como alguien fuera de serie. No encontré elementos para refutar esa apreciación incólume que sus cercanos le tributaron en este trabajo. Un parecer que encontré opuesto a la figura de Eladio Hernández Castillo fue un calificativo en el cual a este se le imputaba el hecho de ser muy dogmático, inamovible y férreo en sus ideales[1], cosa que lo alejaba, al parecer del testimoniante, (del cual me reservo su nombre), del sentido humano de vulnerabilidad y falibilidad de las personas que conformaron el movimiento.
Las personas a las cuales entrevisté al respecto, coincidieron en dar un parecer de respeto y reconocimiento a la figura del antes citado. Debido a ello me habré de remitir a la composición general de la historia de Héctor Eladio Hernández para dar una consideración mas exacta sobre los aspectos de estructura espacio-tiempo en que se vio involucrado el susodicho para poderlo situar en la historia de la UP. También es importante volver a destacar los dieciocho documentos expuestos en la pagina electrónica del PDPR, para entender la figura y el pensamiento del líder de la UP en Guadalajara[2]. Dichos textos, como ya antes lo dije, se le atribuyen a Héctor Eladio Hernández Castillo[3]. En una futura investigación sería interesante desarrollar una exposición más precisa sobre las condiciones de familia que constituyeron a estas personas, lo cual sin duda será un trabajo muy laborioso dadas las condiciones en que se manejan estos temas por parte de las mismas familias o personas cercanas. De sí, es sabido que el desarrollo de un tipo de trabajo biográfico es muy complejo y exige una serie de elementos para su realización que en muchas circunstancias, como el caso de Eladio Hernández Castillo, es difícil encontrarlas dispuestas. Así se indica en la apreciación que al respecto de este tipo trabajos hace Juan José Pujadas.

Entre los científicos sociales que utilizan el método biográfico, la meta más deseada y difícil de alcanzar es hallar las circunstancias que permitan realizar una Buena historia de vida. Esto no es nada fácil, pues hay que conseguir no sólo un buen informante, que esté inmerso en el universo social que estamos estudiando, y que tenga además una buena historia que contar. Se requiere además, un relato que sea narrativamente interesante y que sea completo, lo que depende enteramente de las características del sujeto elegido
[4].

Basado en los datos de la biografía que desarrolló la citada FNDP, lo que se pude identificar como relevante para su anotación en términos de reconstrucción es que el bastión operativo de la Unión del Pueblo en Guadalajara fue cofundado por Eladio Hernández Castillo. Ignoro los nombres de algún otro miembro en el plano del establecimiento de la primera célula de la organización, aunque hice las preguntas al respecto en la primer fase de mis cuestionarios, solo recibí información muy general sobre las personas que participaron en la primera formación de esta agrupación, esto en el periodo que del año 1970 a 1973:

Yo conocí a los elementos de la UP y al mas destacado de ellos fue a Héctor Eladio Hernández Castillo. A él si lo conocí. Una relación de ellos de ahí para acá si te puedo dar. Entonces conocí a Manuel, Rigoberto y Amador García Moreno “los Amadores”.
[5]

Otro aspecto de quienes originalmente habrían participado en la formación de la UP en Jalisco lo encontré de manera muy breve en la ya citada investigación de Rodolfo Gamiño Muñoz. Ahí se establece que la conformación de la UP se fue potenciando durante 1973 al entrar en conflicto los líderes de diferentes posturas tanto al interior del FER como de elementos que participaban activamente al lado de la organización estudiantil. Como expondré más adelante, fue la definición de las acciones a tomar por parte del FER respecto al secuestro de Leonhardy las que fueron marcando la división y una eventual fractura interna en el mismo Frente. Al realizarse el secuestro del Cónsul norteamericano en mayo de 1973, y manejar de manera unilateral las exigencias del secuestro, el grupo de los Campaña López que para entonces se había constituido en FRAP permite la concretización de la UP en el Estado de Jalisco. Esto ocurre en buena media a consecuencia de las mutuas exclusiones que sobrevienen entre los lideres del FER. Incluso, al estar detenidos algunos de los dirigentes en la Penitenciaria de Oblatos, los roces suceden entre ellos:
Más cabe subrayar también en torno a esta ruptura, qué papel jugó la prisión de Oblatos, pues para esta alturas miembros importantes del FER ya estaban conviviendo en otro tipo de contexto, un lugar sumamente reducido en donde las criticas hacía las posturas ideológicas, y a la visión de la lucha afloraban, la forma en que se manejaban dentro del penal (...) por un lado se separa Benjamín Ramírez Castañeda y Alfredo Ortiz, se separan los hermanos Campaña, se separa Héctor Eladio Hernández Castillo y algunos de sus seguidores que habían caído junto con él, apellidados Moreno, los cuales no estaban de acuerdo mutuamente, más lo interesante es que lo que ocurre dentro del penal, en cuanto a la conformación de grupúsculos, también ocurre fuera de este, la gente se alínea con los que tiene más relación, con los que más simpatiza[6].

Solo por inferencia puedo suponer quienes pudieron ser los miembros mas antiguos de la UP en Guadalajara. Al decir antiguos me refiero, como antes señale, a los años que van de 1970 al 1973, esto debido a que es en ese periodo en que se empieza a ejecutar el planteamiento de la Guerra Popular Prolongada con más claridad. Puedo decir que la UP aparece en términos más claros, públicos y operativos para la ciudad de Guadalajara, en septiembre de 1973, con las primeras acciones con explosivos. Por nombre, puedo entonces enumerar a los miembros de la Unión del Pueblo hacia principios de los setenta:

Héctor Eladio y Raymundo Hernández Castillo.
Manuel, Rigoberto y Amador García Moreno: “Los Amadores”.
Antonio Esqueda Villaseñor “Toñiz”.
Jorge Meléndrez Luévano, “El Tiburón”.

En cierta medida también señalo a las siguientes personas pues conforme a mis informes, militarían tanto en el FRAP como en la LC23deS respectivamente:

Benjamín Ramírez Castañeda.
Jesús Morales Hernández “el Momia”.

Héctor Eladio, el líder del grupo, había nacido en Guadalajara el 3 de marzo de 1950. Encontré que su formación de estudios primarios los tuvo en la “Escuela Lucio Blanco”. Su educación secundaría la llevo a cabo en las escuelas números 1 y 4. Siendo joven, trabajó con su tío José Guadalupe Castillo Macedo, en un taller de reparación de bicicletas, de sí, es el rubro de la venta y reparación de bicicletas el que hasta hoy mantienen algunos miembros de la familia Hernández Castillo.
Es precisamente en la tumba del Señor José Guadalupe Castillo M. ubicada en el panteón de Mezquitán que supuestamente se encuentran los restos de Héctor Eladio. Es en la situación convulsa en el plano de las luchas estudiantiles de finales de los sesenta y principios de los setenta que surge Héctor Eladio, quien provenía ya en términos profesionales de la Escuela Normal de Maestros. Como antes mencione, es a fines de los sesenta en que se dice, contactó a alguno de los núcleos de la UP en Jalisco.

De acuerdo con su biografía, es hacia esos momentos en que él se compromete a desarrollar en la clandestinidad la construcción del Partido Revolucionario teniendo a la lucha armada como el camino fundamental para lograr la revolución socialista en México, partiendo del estudio sistemático del marxismo-leninismo[7].Si se dice que en los meses de julio y agosto de 1968 bajó de la sierra luego de un entrenamiento , quiere decir que antes de lo ocurrido en Tlatelolco quizá el ya se estaba entrenando para las acciones en el plano militar con alguna célula de la UP en el sur de la República. Fue comisionado, para entablar relación con la brigada “Antonio Briones Montoto”. Esta se llamaba así en honor del internacionalista cubano muerto por la defensa de Venezuela[8]. La intención era formar grupos de autodefensa, luego de la represión de octubre. En esta parte del escrito se dice que los líderes del Partido Comunista no apoyaron los planteamientos de lucha de Héctor y de otros simpatizantes con el movimiento de la UNAM. Luego de los eventos del 2 de octubre de 1968, y teniendo la cercanía de algunos líderes de las nacientes organizaciones estudiantiles y político militares que se estaban gestando en el FER, Héctor Eladio busca establecer contacto con los miembros de las bases de las Juventudes Comunistas.
Entiendo que él no perteneció a estas pero trabajó con la plataforma del organismo en la preparación política de algunos elementos del PC. Fue en el momento más álgido del 68, que Héctor Eladio al igual que otros de sus compañeros de las diferentes escuelas preparatorias y facultades de la Universidad, se movilizó para lograr el apoyo de los estudiantes. La FEG fue la que se opuso a que dentro de la Institución se soldaran vínculos entre los estudiantes de ambas universidades, la de Guadalajara y la de la capital de la República. En la biografía que del mismo Eladio hace el FNDP se menciona que a los 20 años, éste ya dirigía políticamente la actividad del FER, que había surgido en 1970[9]. Respecto a esta aseveración hay diferentes apreciaciones.
Aquí la UP estaba muy relacionada con el FER, claro, hay que decir que para la UP el FER era su creación. Pero también decir que hay otras opiniones en ese sentido. Hasta el 73 las organizaciones estuvieron ligadas, pero después se rompe todo eso. El estudio del maoísmo es importante, pero me parece que no era lo que definía a la UP, si era uno de sus referentes teóricos.[10]

En el documento se menciona que la cúpula originaria del FER compuesta entre otros por Arnulfo Prado Rosas “el Compa” y Manuel Rodríguez Moreno “El Clark” estuvo en cierta medida bajo la orientación directa de la estructura revolucionaria de la Unión del Pueblo representada por el mismo Héctor Eladio Hernández Castillo. El asesinato de “El Compa” en noviembre de 1970 por parte de la gente de la FEG, fue uno de los tantos sucesos que fueron ensanchando el camino de la violencia. A los pocos meses, en marzo del año 1971 Eladio fue detenido y torturado en la Penitenciaria de Oblatos. Fue apresado a causa de un supuesto asalto cometido a un banquero ambulante del Banco de Zamora. Es ahí, en el reclusorio, que conoció a Amador García Moreno quien cumplía una condena que iba de 1971 a 1975. Desde la cárcel se informaba sobre las posiciones de los nacientes grupos de guerra.
Es en Oblatos donde Eladio escribe el artículo Contra el caudillismo y al conocer la literatura de la LC23deS realizó otro artículo más llamado, Contra el “Ultra Izquierdismo” y el “Democratismo”. El Señor Benjamín Ramírez Castañeda señala que dichos artículos se escribieron en base a la discusión y reflexión grupal de los miembros que simpatizaban con Héctor Eladio en su estadía en la Penitenciaria de Oblatos. En dicho lugar, el líder de la UP organizó un acto de conmemoración en honor de Arnulfo Prado Rosas “El Compa”, al cual acudieron unas 25 personas. Dentro de Oblatos aprendió varios oficios e instaló un pequeño restaurante junto a otros presos. En esta etapa Eladio desarrollaba tanto trabajos administrativos como aseo. Se dice que éste se ganó el respeto de buena parte de la comunidad de Oblatos, a excepción de algunos otros miembros del movimiento armado, del cual se destaca a Alfredo Campaña López, de quien se dice en los documentos del FNDP:

Al poco tiempo de caer en la prisión fue víctima de una total desmoralización producto de su vida parasitaria, inmerso en la ociosidad, sin preocuparse por el trabajo o el estudio y sí, gastándose el dinero que su organización había expropiado y que él había escondido, haciéndolo caer en crisis, orillándolo a la desesperación y angustia por querer dejar la prisión
[11].

El lema de Héctor Eladio ante ese tipo de situaciones era, por eso, es en la Cárcel donde se conoce a los Hombres
[12]. Dentro, continuaba con la organización política de los presos. De hecho, Amador García Moreno declaró en su detención en marzo de 1978, haber conocido a Eladio durante esos años en la penitenciaria. Es el mes de octubre de 1974 que el dirigente de la UP es liberado debido a buen comportamiento. Poco después llegó a la penitenciaria de Oblatos Miguel Nazar Haro, con un grupo de elementos de la Dirección Federal de Seguridad, para cuestionarlo sobre los hostigamientos de la UP, al señalársele que Eladio había sido liberado por “observar una conducta ejemplar” Haro contesto “¡No sean pendejos!...precisamente por eso!. . no saben a quien soltaron”.[13] Se fueron a buscarlo a su casa y no lo encontraron. Eladio sale de la cárcel con la orden por parte del Comité Central de alinear a la estructura local. La apreciación de Pablo García Moreno, es que las instituciones policíacas de la ciudad y del país no precisaban de bien a bien, las capacidades y los vínculos que había entre los miembros de la Unión del Pueblo. Cuando caen “Los Amadores” en 1971 junto a Eladio, no eran considerados presos políticos, eran considerados presos comunes.

Cuando detuvieron a Ray, sospechaban de Eladio. La brigada blanca visitaba a los hermanos. Les pedían datos y los corroboraban. Luego del 71 cae Amador. La relación entre Eladio y Amador se establece a distancia por que estaban en diferentes celdas. Ambos simulaban distancia para que no se supiera la relación. Se saludaban de manera impersonal para evitar sospechas.Eladio leyó sobre técnicas de la interrogación, en base a eso sabia cuadrar las respuestas. El hecho de que se les escapara en 1974 y el consecuente enojo de Miguel Nassar Haro, fue una prueba de que Eladio y la organización eran capaces de mucho
[14].

Es en las instancias superiores de la Unión del Pueblo que se permite asumir el control de nuevo. Se habla que para entonces el grupo estaba en una crisis en Jalisco, debido a la desorientación por falta del liderazgo. En el otro punto de la personalidad de Eladio, y de acuerdo a un escrito aparecido en el Periódico El Insurgente, señala el lado humano de él y se remarca que uno de sus lados flacos era su simpatía por los niños.Héctor se caracterizaba por ser un hombre radical, responsable, serio, casi adusto, pero tenía una debilidad: los niños. No había viaje que hiciera que no regresara con obsequios para ellos, que un balero, el trompo, las pirinolas, un trocero de madera, los trasteritos y cazuelitas artesanales de su tierra Jalisco o de donde fuera.
Este cariño por ellos hizo que al final de nuestra convivencia participara en el programa cultural de clausura, representando al “coyote culo quemado del cuento”, actuación que fascinó a los pequeños que la presenciaron, creciendo a la vez su cariño y admiración por el compañero que siendo tan serio les había hecho reír tanto con su actuación.[15]

Esta imagen contrasta con la idea de un Héctor Eladio recio e impenetrable. A su vez, Pablo García Moreno plantea en retrospectiva una referencia del líder que lo coloca en el plano netamente humano, lejos del dogmatismo y del mito de la solemnidad. A pesar de la imagen seria de Eladio, este era muy carrilla. En la cárcel desarrollaron una forma de humor muy ácido como una forma de aminorar el aprisionamiento. Platicaban y cualquier detalle era bueno para hacer bromas y una cosa seria que compungía a alguno de ellos, por ejemplo, que alguno tuviera problemas con su novia, la iban reduciendo con bromas y carrilla hasta que todos terminaban, riendo, incluso el afectado por el problema
[16].

El nuevo proceso de reestructuración que enfrentó Héctor Eladio al salir de la cárcel implicó la inclusión de nuevos militantes a los que se les exigió firmeza y fidelidad a las causas que la UP planteaba como revolucionarias. Se les exigió trabajo político y entrega al estudio. Es en esta fase en la que Eladio fue liberado y más tarde detectado por la policía y estuvo cerca de ser detenido al llegar a su casa. Respecto a este hecho la biografía menciona que al llegar a su domicilio:

Los vecinos le informan de que horas antes había estado ahí la policía en su casa. El se dirige a este domicilio y retó a quienes posiblemente se encontraban ahí a salir a pelear, pero al no recibir respuesta se retira de la misma, no sin antes ametrallarla
[17].

En busca de la unidad, Héctor fue comisionado para relacionarse con los miembros de otros grupos y organizaciones revolucionarias, con los que entabló la lucha ideológica basada en el lineamiento de la Guerra Popular Prolongada. Al enterarse Eladio de la baja preparación de algunos de los demás miembros de la lucha revolucionaria, es que se preocupa por ayudarles en la reorganización. Esto en base a las experiencias de la UP, en lo relativo a la formación de cuadros profesionales, la construcción orgánica, la combinación de la lucha legal con la clandestina, y la dirección del movimiento de masas. Se habla que un comisionado de la UP se iba a presentar para mantener esta tarea de organización, pero que algunos de los miembros de los otros grupos, al sentirse ofendidos por el hecho de que la UP les adiestrara, conminaron en matarle. El comisionado falta a la reunión, y en su lugar se presenta Eladio, a quien no le hacen nada, lo que en su biografía es considerado una prueba del respeto que inspiraba por lo intachable de su militancia
[18]. Otra de las importantes tareas y responsabilidades de Eladio, fue la de haber sido uno de los principales organizadores e impulsores de las escuelas de educación político militar. Se le distingue como un dirigente revolucionario flexible, pero intransigente en el terreno de los principios e impecable en la lucha contra el enemigo.


El propósito de la lucha estaba orientado a la formación del Hombre Nuevo[19]: Sencillo, solidario, y de grandes cualidades humanas, que reconociera sus deficiencias y sus fallas, y que al darse cuenta se hiciera responsable de sus errores. En términos generales esta es la presentación biográfica que el FNDP hizo de Eladio. Ahora abordaré otro tema que también es de suma importancia, y que se refiere a la forma en que la UP trató de vincularse a los sectores populares de la sociedad mediante un órgano de difusión escrito que se llamó Proletario, periódico oficial de esta agrupación.


CITAS
[1] Entrevista con Testimonio Clave 5: 18 de mayo del 2003.
[2] http//:www.pdpr-epr.org/
[3] http//:www.PDPR.com
[4] Juan José Pujadas Muñoz, El método biográfico: El uso de la historias de vida en la ciencias sociales. Ed. Centro de Investigaciones Sociológicas. Madrid, España. 1992, pág.47
[5] Entrevista con Sergio Symonds C. “La Leona”, 13 de febrero 2003. Guadalajara, Jalisco.
[6] Rodolfo Gamiño M., opus cit, pág.119. Al mencionar a los Moreno, se refiere a los hermanos García Moreno, Los Amadores.
[7] FNDP, opus cit, pág. 14.
[8] Ídem, pág. 15.
[9] FNDP, opus. Cit., pág. 16.
[10] Entrevista con Armando Rentería. 1ero de febrero del 2003. Guadalajara Jalisco.
[11] FNDP, ídem, pág. 17.
[12] FNDP, ídem.
[13] FNDP, ídem, pág. 18.
[14] Entrevista con el Señor Pablo García Moreno. 29 de junio 2004. Guadalajara Jalisco.
[15] Periódico electrónico: El Insurgente. http//.www.elinsurgente.com. Este periódico aparece en Internet, y es actualmente el órgano de difusión del EPR, organización que a su vez tuvo su origen en el PROCUP.
[16] Entrevista con el Señor Pablo García Moreno. 29 de junio 2004. Guadalajara Jalisco.
[17] FNDP, ídem, pág. 19.
[18] FNDP, ídem.
[19] El concepto del Hombre Nuevo fue parte de la mística de la UP, es referido en varios de sus documentos, y como ya lo he expuesto a lo largo de este trabajo, algunas de las personas que pude entrevistar, me lo han ratificaron.

La Penal de Oblatos

La Penal de Oblatos
Recuerdo haber conocido externamente la penitenciaría de Oblatos
[1]. Esto antes de que fuera demolida a principios de la década de los ochenta, para transformarla en la unidad deportiva que hoy es. A la entrada de ese edificio, se arremolinaba por la mañana un bloque de gente, que aguardaba para ingresar a visitar a sus familiares. Sirviendo los canceles de entrada como salida, vi pasar a aquellos que recién alcanzaban su libertad. Tuve la oportunidad de observar a los quinceados[2] que salían libres en grupo con el pelo rapado, algunos de ellos tatuados y apurados por perderse entre la gente, ante la despectiva mirada de los guardias apostados sobre los muros. Es rara y a la vez intrigante, esta sensación de poder contar ahora un poco más sobre ese lugar, tan familiar a la vista en cierta fase de mi vida, pero tan ajeno e incomprensible al mismo tiempo. Antes como hoy, esa zona era conocida como el barrio de “La Penal”.

A razón de ser esta una historia de presos en Oblatos, el primer paso que daré para el apuntalamiento de esta investigación, va encaminado a elaborar ese gran dibujo que asienta un espacio específico. Propiamente, esta cárcel estuvo situada en el cruce de las calles Gómez de Mendiola y Sebastián Allende, también conocida como “la 58”, del sector libertad exactamente frente a la actual estación “Cristóbal Oñate” del tren ligero, que corre por la avenida Juárez y que al cruzar la calzada independencia, ya en el oriente de la ciudad, se transforma en la avenida Javier Mina[3].

Oblatos, era sin duda una de las piezas arquitectónicas que daban distinción a las colonias del oriente de la ciudad. Vino a sustituir a la antigua penitenciaría de Escobedo, la cual estuvo ubicada en los que para mediado del siglo XIX, fueron los huertos del Convento del Carmen, donde hoy en día se encuentra el parque Revolución[4]. La estructura física de Oblatos fue diseñada a fines de los años veinte por los arquitectos Agustín Basave y Filiberto López Aranda, y realizada materialmente por Xavier García de Quevedo. El costo total de la cárcel fue de 600 mil pesos, quedando con una frente de 184 metros y un fondo de 344.[5] Se inauguró el 8 de julio de 1932[6] en una ceremonia en la que se permitió la entrada a los jaliscienses de la época, para que admiraran la fortaleza de sus instalaciones.
En general puedo decir que la estructura de Oblatos esta concebida como un panóptico; esa ideación de la cárcel funcional en forma de estrella, creada por el ingles Jeremy Bentham a mediados del siglo XIX. Sobre la cual el mismo autor declaraba que era una de las formulas arquitectónicas más efectivas para la reclusión y la vigilancia, al grado de ofrecerse el mismo como operador de su propia obra, como lo manifiesta en la siguiente carta:
Permítaseme construir una prisión con ese modelo, y yo seré carcelero de ella. Veréis en dicha memoria que este carcelero no pide ningún salario y nada costará a la nación. Cuando más pienso en ello, más me parece que tal proyecto es de aquellos cuya primera ejecución debería estar en manos de su inventor. Si en vuestro país se piensa lo mismo a este respecto, quizá no se vería con malos ojos mi fantasía[7].

En un principio -y hablo de principios de los años treinta del siglo XX- la Penitenciaría de Oblatos estaría constituida por dos estrellas con ocho pasillos y por una serie de talleres en su alrededor para que ahí los presos recluidos laboraran en lo que duraban sus procesos.
[8] Ignoro las razones por las cuales la construcción se alejó del proyecto original y terminó siendo una estrella dividida por la mitad –medio panóptico- que juntas conformaba catorce pasillos[9]. El Departamento de procesados se encontraba del lado de la pared que daba al oriente de la ciudad, mientras que el Departamento de sentenciados estaba del lado poniente. En el libro La rebelión de Oblatos, José Aguilera Arévalo hace una breve descripción sobre estos dos departamentos:
El departamento de procesados, que es el segundo en tamaño, tiene forma de estrella, con 6 “picos” que son las regaderas, donde hay celdas por ambos lados, separados por un pasillo o calle. En estas calles hay puestos de tacos, de “comidas corridas” y de refrescos. En este departamento, se hallan obviamente las personas que todavía están sujetas a proceso. Por otra parte, el departamento de sentenciados tiene la misma figura que la de procesados y parecidos puestos en las “calles”, aunque cuenta con el doble de celdas. Aquí están los reos que ya han recibido su sentencia y purgan la condena que se les ha señalado.[10].

Por otro lado y con el afán de dar precisión a esta descripción de Oblatos, no deja de ser importante hacer referencia a la forma de ambos departamentos presentada por el Sr. Rafael Ortiz Martínez, quien fue detenido durante el año de 1972 perteneciendo a un comando del Frente Estudiantil Revolucionario, el cual luego de un accidente, fue recluido en Oblatos, cárcel a cuyos más importantes departamentos refiere de la siguiente manera:

El de procesados, era en forma de estrella. Un piso con una división, o sea; dos celdas a lo alto, por doce a lo largo. Era menos contaminado y más tranquilo. También las calles eran conocidas como la A, la B, la C. La calle C estaba clausurada por una barda para convertirla en el Departamento C o también conocido como “El Corralito”. El Departamento de Sentenciados era el más grande. Tenía dos pisos y cada piso tenía una división, o sea con dos celdas a lo alto por cada piso. Tenía forma de estrella en donde cada pico era una calle que eran conocidas como la calle A, B, C, etcétera. Cada calle parecía un edificio de vecindad con cuatro departamentos en lo alto por doce a lo largo. Estaba muy contaminado y ahí se encontraban los presos más viejos y la mayoría de “Los Chacales”.
[11]

Si se observa el plano del mapa tres realizado en 1975 que aquí presentó, se puede ver que al centro de los medios panópticos, se ve un pequeño círculo respecto al cual parten los siete pasillos que conforman cada uno de los departamentos. Esa estructura de vigilancia permanente, se complementaba con los once fortines[12] ubicados sobre los departamentos de procesados y sentenciados, en cuyo rededor se instalaban seis de los mencionados once fortines. Dichos fortines contaban con una entrada lateral, y un solo orifico que daba hacia la penitenciaría, por lo cual era imposible que los presos tuvieran la certeza de si había o no alguien instalado dentro de él. Así, la estructura cumplía el principio de Bentham que con precisión recoge Michel Foucault en el libro Vigilar y Castigar:

El panóptico es una máquina de disociar la pareja ver-ser visto: en el anillo periférico, se es totalmente visto, sin ver jamás; en la torre central se ve todo, sin ser jamás visto. Dispositivo importante, que automatiza y desindividualiza el poder. Éste tiene su principio menos en una persona que en una cierta distribución concertada de los cuerpos, de las superficies, de las luces, de las miradas; en un equipo cuyos mecanismos internos producen la relación en la cual están insertos los individuos
[13].

Con la referencia de Foucault respecto a la función de la celda y el sistema de vigilancia, queda claro que el castigo no sólo se sitúa en el encierro, sino que el objetivo central es la desarticulación del individuo desde diferentes planos. Ese cometido, es la clave de la cárcel moderna según palabras de Cesar Barros Leal:

La prisión es ante todo, un castigo. Ésta representa, en la practica, por encima de cualquier duda, muchísimo más que la mera privación de libertad, teniendo en cuanta que el condenado pierde, además, en un ambiente hostil, de tensiones y promiscuidad moral, la seguridad, la privacidad, la intimidad, la capacidad de autopromoción, la identidad social, subordinándose, a más de esto, a comandos autoritarios, impuestos no sólo por el director, por los agentes penitenciarios, como también por los liderazgos formados por otros presos[14].

La entrada de Oblatos se ubicaba por la calle Gómez de Mendiola. Junto a la entrada estaban las oficinas administrativas del lado oriente y los juzgados por el poniente. Un documento inédito que habla respecto a la estructura material de Oblatos para tratar de amplificar lo más posible la descripción de la cárcel como escenario, lo encontré en La Guerrilla en Guadalajara, que fue escrito por algunos de los miembros del “Colectivo Rodolfo Reyes Crespo”, el cual esta integrado por algunos de los ex militantes de la guerrilla. La mayoría de los miembros del colectivo estuvieron en Oblatos durante las década de los setenta. La visión descrita en este trabajo imprime ese rasgo sombrío que la cárcel emanaba en todo momento:
La mazmorra de Oblatos imponía desde su entrada. Era una construcción levantada con piedra negra de origen volcánico, de ahí su color, siguiendo el patrón de una fortaleza medieval con sus torreones de vigilancia y sus almenas[15].
A fines del año 2006 tuve la oportunidad de platicar con el señor Reyes Alvarado M. quien fue celador de Oblatos de los años de 1958 a 1978. Con unos planos y una serie de imágenes, tuvimos la oportunidad de hacer largo recorrido por los campos de lo que fue la penitenciaría, dándome una explicación pormenorizada de la mayor parte de las instalaciones y las funciones que componían a Oblatos. Entre los aspectos que hasta el momento me parecen más sobresalientes para integrar esta descripción, él señaló que la penitenciaría estaba rodeada por una muralla de unos cinco metros de altura, construida de roca volcánica. Cómo ya antes dije, distribuidos a su alrededor, contaba con once garitones o torreones, que incluían una pequeña puerta en donde se instalaba un policía. Desde ahí vigilaba mientras que por un pequeño orificio podía colocar un rifle para apuntar y disparar en caso de situaciones críticas. En la parte superior de la muralla, había un pequeño pasaje por donde caminaban los guardias, en este caso, eran los elementos de la policía rural del Estado los encargados de estar en ese lugar. Cada uno de los guardias apostados en los garitones daba una señal cada hora, para confirmar la situación de alerta constante. La señal era gritar el número de cada uno de los garitones y así, en secuencia se repetían hasta llegar al número once.
Durante las noches a veces los guardias se dormían, y esa era la razón para que los arrestaran. Por ejemplo, empezábamos: ¡uno, alerta!, ¡dos, alerta!, y de repente se hacia un silencio y se brincaba al cuatro. Entonces unos guardias iban por el vigilante dormido o distraído, lo despertaban y a la mañana siguiente ya no lo dejaban irse a su casa, ahí se quedaba en el patio unas horas.[16]

El entrevistado relató que uno de los grandes problemas hacia el año de 1973, era la sobrepoblación, ya que cuando se construyó la penitenciaría había sido diseñada para 800 reos. Para principios de los setenta había más de 2,500 presos
[17]. El asunto que más le preocupaba al Sr. Alvarado M. como celador para ese año del 73, era que no había un lugar determinado para ellos. La mayoría de los presos comunes pasaban prácticamente todo el día en los pasillos y sin un uniforme que los distinguiera, por lo cual era posible que presos como los guerrilleros a los que se consideraba peligrosos, se las arreglaran para confundirse entre los presos comunes recluidos en las celdas de los departamentos de procesados y sentenciados y así tener más oportunidad para poder escapar:

Todo el día, los señores de sentenciados y procesados andaban sueltos en el patio. A las 5 de la tarde, se tocaba una trompeta para llamar al pase de lista. Se paraba uno en la puerta de cada departamento y el “bastonero” se encargaba de ratificar que los nombrados se encontraran presentes. En caso de que alguno faltara, se le pedía a “los gritones” que se pasearan por el patio gritando el nombre de los que no estaban y era uno como celador, quien levantaba el reporte para que se les castigara por la falta. Ya si yo veía que era uno conocido, no levantaba el reporte y lo metía a su celda.
[18]

Es esta mención sobre la falta de un espacio para los guerrilleros, la que me da pauta para explicar en lo posible, la forma en que fue construido este lugar para separar ahí a aquellos militantes pertenecientes al movimiento armado. A partir de esa exclusión y aislamiento a la que fueron sujetos los guerrilleros, que intentaré construir una serie de reflexiones que permitan entrever como es que se manejaron las relaciones de poder entre estos presos sui géneris, y aquellos individuos que formaban parte de la administración carcelaria, los cuales se encargaban de su vigilancia y tratamiento.
A partir de 1973 los militantes de la guerrilla fueron canalizados a un espacio determinado dentro del sistema penitenciario de Oblatos: “El Rastro”. Podemos deducir de esa acción selectiva por segregarlos, no sólo el propósito de mantener aislados de la población general a los presos políticos. En la acción por separar a estos individuos específicos, asoma ya un tipo de relación entre el preso y el carcelero en el cual cabrán para el último, una serie de mecanismos discrecionales con lo que contará para hacer “uso” de los individuos recluidos en “El Rastro”.
De ahí que se pueda plantear que una de las hipótesis de esta investigación será que a través de los guerrilleros encarcelados, el brazo penitenciario y jurídico de un gobierno autoritario, intentaría conocer, desentrañar y predecir a la guerrilla que operaba en Guadalajara durante esa década. Los guerrilleros se constituyeron en fuentes de información dispuesta a ser utilizada en relación a cada una de las incursiones que en el exterior hacia la guerrilla. En este entendido, vendrá a ser efectiva la aseveración de Michel Foucault sobre funcionalidad de los cuerpos encarcelados, en tanto estos están situados en planos que conciernen a la lucha política.

El cuerpo esta también directamente inmerso en un campo político; las relaciones de poder operan sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a trabajos, lo obligan a una ceremonias, exigen de él unos signos. Este cerco político del cuerpo va unido, de acuerdo con unas relaciones complejas y reciprocas, a la utilización económica del cuerpo; el cuerpo, en una buena parte, esta imbuido de relaciones de poder y de dominación, como fuerza de producción; pero en cambio, su constitución como fuerza de trabajo sólo es posible si se haya prendido de un sistema de sujeción.
[19]

Sobre esta relación preso político- sistema penitenciario, en la cual el individuo se convierte en fuente de información y a la vez elemento fractal, sujeto observado en busca de descifrar un fenómeno de resistencia como lo fue la guerrilla, ya abundaré más adelante, en particular en el capítulo cuatro, cuando toque las jornadas de tortura y el aislamiento. De cualquier manera no está de más ir delineando juegos de poder como el antes referido, los cuales en buena medida son la razón última de una estructura carcelaria dispuesta para la disminuir individuos actuando en un espacio cerrado como lo denota la función misma de “El Rastro”, como lugar asignado a un grupo específico.
Cercar al individuo en una situación de crisis, la cual a su vez implica una forma de guerra, le permitió al aparato judicial y penitenciario mexicano, adelantarse a los hechos en ese mismo plano de lucha. Un preso político representaba varias cosas a la vez. Por un lado estaba la relativa inmovilización de la guerrilla. Por otro lado, esos presos podían ser valiosas fuentes de información. La información importante es la de los miembros y de la estructura, hasta el momento no he encontrado que hubiera dentro del Estado un interés por averiguar los argumentos ideológicos de los grupos armados.
La investigación corría por la ruta de lo “practico”. Nombres, lugares, armamento, estructura organizativa, casas de seguridad. Con esta información, se intentaba hacer un cálculo de la fuerza requerida para enfrentar a ese enemigo, de valorar sus posibilidades tácticas, armamentísticas y humanas. El espacio carcelario, dio pauta a la posibilidad de que el aparato de seguridad del Estado mexicano, desentrañara los secretos de la guerrilla. De ahí que sea importante la descripción de ese espacio, al cual en el caso de los guerrilleros debemos pensar no como un centro de penitencia o de reformación de los individuos, sino como un centro de análisis, una base de estudio policíaco que operó como laboratorio ante la guerrilla como una contingencia política a la cual había que enfrentar y resolver a partir de la reducción de sus militantes encarcelados.

[1] A partir de aquí, me referiré a la penitenciaría de Oblatos simplemente con el nombre de Oblatos, lo cual a su vez no debe confundirse ni con la antigua Hacienda de Oblatos, ni con la actual colonia Oblatos ubicada en el oriente de la ciudad. En caso de referirme a alguno de estos dos últimos lugares, los señalaré con la debida pertinencia. Yo creo que desde antes hay que referirnos a Oblatos de esa manera.
[2] Los quinceados eran presos que solo pasaban quince días detenidos por faltas administrativas. Una de las formas de castigo por dichas faltas, era la de raparlos.
[3] Mapa número 1. El mapa lo elaboré conforme a las actuales condiciones de organización del espacio en la zona. De estas, puedo decir que en general el entorno espacial que circundo a Oblatos durante los setenta sigue siendo el mismo. En particular por la existencia de la escuela secundaria número 8, la unidad deportiva lateral, la Iglesia de El Divino Preso, y por la calle 58 aun se encuentran el depósito de automóviles del IJAS (Instituto Jalisciense de Asistencia Social), la guardería del DIF y la escuela primaria. Para una mejor perspectiva de ese lugar en la actualidad ir a la sección de fotografías al final de esta investigación, páginas XXXXX
[4] La tesis de doctorado de Jorge Trujillo Bretón, será de mucha utilidad en lo que respecta a la organización de la vida al interior de una cárcel. Lo relativo a este tema se irá desarrollando a partir del segundo capítulo de esta tesis. Como dato adicional el Dr. Trujillo Bretón nos ha comentado que las rocas volcánicas que sirvieron de muros a la penitenciaría de Escobedo, fueron las mismas que se utilizaron para erguir también los muros y otras secciones de Oblatos. Para el caso, revisar Jorge Alberto Trujillo Bretón, Tesis Doctoral, Entre la celda y el muro: rehabilitación social y practicas carcelarias en la penitenciaría jalisciense “Antonio Escobedo” (1877-1911), El Colegio de Michoacán, México, 2007, 235 páginas.
[5] Juan Pablo de Tavira, ¿Por qué Almoloya?: Análisis de un proyecto penitenciario, Diana, México,1995, p. 65
[6] La reseña del evento se describió en el periódico El Informador, de la siguiente manera: “El acto sencillo y breve que tuvo por objeto hacer la inauguración oficial de la nueva Penitenciaría, se limitó a una sección musical ejecutada por la Banda del Estado, y aun discurso que se confió al Señor Licenciado, Don Manuel Acosta Bayardo, secretario del ayuntamiento de esta ciudad, quien estuvo felicísimo en sus conceptos llenos de juventud y de entusiasmo revolucionarios, expresando loas para quienes tuvieron la idea de construir una penal más en consonancia con la época (…) acto inaugural que terminó con el descubrimiento hecho por el encargado del poder ejecutivo del nombre de la Penitenciaría del Estado, cuyos caracteres se encuentran realzados en el frontispicio de la moderna construcción; y dos placas conmemorativas con la siguientes leyendas: En 1930, y siendo Gobernador Provisional del Estado el C. José María y Cuellar, se inicio esta obra, y fue concluida e inaugurada el 8 de julio de 1932, bajo el gobierno del C. Licenciado Sebastián Allende”. El Informador, Guadalajara, México, 9 de julio de 1932.
[7] Carta de Bentham a J. Ph. Garran, diputado ante la asamblea estatal. La carta esta fechada en Dover street, Londres, a 25 de noviembre de 1791. Se encuentra como uno de los documentos mediante los cuales se trata de explicar la evolución del proceso carcelario moderno. Bentham Jeremy, El panóptico, nombre de la página: elortiba.org, institución asociada: Librería Santa Fe, última actualización, 11 de junio del 2007, Argentina, http://www.elortiba.org/panop.html, fecha de consulta: 18 de abril de 2007.
[8] Mapa número 2, plano de Oblatos 1932.
[9] Mapa número 3, plano de Oblatos 1975.
[10] José Aguilera Arévalo, La rebelión de Oblatos, México, sin editorial, 1979, p. 22
[11] Rafael Ortiz Martínez, Breve historia de la penitenciaría de Oblatos, Guadalajara, sin editar, 2003, archivo personal. Se trata de un escrito de 26 páginas en donde se hace una breve descripción de Oblatos: estructura de la cárcel, fechas de detenciones, personajes y referencias a algunos hechos importantes en los que participaron los guerrilleros. Este grupo de “Los Chacales” sería al que aparentemente se le dio la orden de eliminar a los guerrilleros en octubre de 1977, cometido que falló provocando que la población -cansada de su constante hostigamiento- asesinará a la mayoría de ellos. En el cuarto capítulo de esta investigación, daré cuenta sobre los motines de 1977.
[12] Imagen número 1: el fortín. Se trata de una ilustración de uno de los torreones que conformaban los puntos de vigilancia alrededor de Oblatos. En cada uno de esos fortines se instalaba un guardia que desde ahí vigilaba tanto el interior de la Penal como el exterior de la calle. Remotamente recuerdo haberlos visto deambular por el canal superior de los muros de Oblatos de la calle 58, fuera de sus puntos de vigilancia, cargando sus rifles y mirando con desconfianza hacia todos lados. Detrás de los fortines se alcanzaban a ver las celdas del segundo piso del departamento de procesados, de entre cuyas rejas entre salían las piernas y los brazos de los presos que pasaban la tarde mirando hacia la calle y gritando a quienes pasábamos: ¡Arriba las manos! Para ver todas las ilustraciones en orden con su respectivo registro de fuente ir a la página XXX.
[13] Michel Foucault, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, Siglo XXI, Argentina, 2001. p. 205 Respecto al abordaje que hace Michel Foucault sobre el Panóptico, es bueno señalar que no únicamente estable una relación mecánica basada en el ver-no ser visto, sino que esta función permite a quien vigila, convertir en objetos a desentrañar en sus aspectos diarios de vida. Remarco esto por que en el curso de la guerrilla hay un momento en el cual se decide trasladar a lo guerrilleros de los medios panópticos al departamento exclusivo de “El Rastro”. Sin duda será muy importante recrear la manera en que se gestó ahí esa otra mirada que se encargó de vigilar a los guerrilleros en el departamento G de presos de alta peligrosidad.
[14] César Barros Leal, Prisión. Crepúsculo de una era, Editorial Porrúa, México, año 2000, p.8 169 páginas.
[15] Colectivo Rodolfo Reyes Crespo, texto: La guerrilla en Guadalajara, Guadalajara, en proceso de edición, 2001, p.104
[16] Entrevista con el Señor Reyes Alvarado, 17 de diciembre del 2006, Guadalajara Jalisco. No puedo dejar pasar la oportunidad de comentar brevemente que el Señor Reyes Alvarado me contó una serie de sucesos mágicos ocurridos dentro de Oblatos a lo largo de su vida como celador. Entre éstos la historia del ladrón que ante los ojos de todos, atravesaba los muros por las noches y salía a robar regalos para los presos. Hay también la historia de un paletero preso por robo que juró salir de la Penal a “como diera lugar”, y un día en medio de un fuerte viento, empezó a levitar entre el aire, librando los muros ante la mirada atónita de los vigilantes. De estas historias la más impactante es la de un preso sombrío apodado “El Nagual”, quien estuvo en Oblatos durante la década de los cincuenta, encarcelado por haber asesinado a un cargador de verduras. “El Nagual” era “flaco, siempre vestido de negro, greñudo y muy barbón. Daba miedo”. Dentro de Oblatos mató a muchos por cosas insignificantes, como el haber matado a un preso que “rentaba” revistas por no haberle prestado una. “Lo acuchilló en milésimas de segundo. Los guardias obligaron a “El Nagual” que cargara el cuerpo a la enfermería, pero como era domingo y no había doctor y por ende estaba cerrado, lo hicieron que “guardara” al muerto en su celda toda la noche. Nombre, en la madrugada eran unos gritos horribles de “El Nagual” pidiendo ayuda pues el muerto lo quería matar”. Todas estas historias son parte de un imaginario de libertad y sufrimiento dentro de Oblatos que aún falta estudiar a fondo.
[17] Sobre este aspecto de la sobrepoblación, Juan Pablo de Tavira refiere una cifra cercana de presos hacia 1977. “Del año de su inauguración, a 1977, la prisión rebasó su cupo, llegando a tener cerca de tres mil reclusos. La calidad de vida dentro del penal se fue deteriorando conforme se rebasaron los límites físicos de cupo. Juan Pablo de Tavira Opus Cit., p. 65
[18] Entrevista con Reyes Alvarado M., 17 de diciembre del 2006, Guadalajara Jalisco. La función de los “bastoneros” había sido legislada desde principios del siglo XX, así éstos “debían estar provistos de un bastón de madera como única arma para hacerse respetar y defenderse cuando fueren agredidos” (Art.117) y para impedir que se cometen faltas y delitos. Además “deberán mantener el orden de sus vigilados, enviándoles los gritos (…) dándoles buen ejemplo con su conducta” (Art.119). José Barragán, Legislación mexicana sobre presos, cárceles y sistemas penitenciarios (1730-1930), Secretaria de Gobernación, México, 1977, p. 606
[19] Michel Foucault, Opus Cit. p. 33

lunes, 7 de julio de 2008

CRÓNICA Y NARRATIVA DE LA GUERRILLA EN GUADALAJARA

PARA ENCONTRAR LAS notas sobre la guerrilla en Guadalajara durante la década de los setenta, hay que ir a la nota roja de los diarios locales. La mejor manera para descubrir lo que se escribía sobre ese fenómeno, no era indagar en las revistas políticas –la mayoría oficialistas- que veían en las acciones de la guerrilla la misma amenaza comunista con que paranoicamente infectó Gustavo Díaz Ordaz a los gabinetes priístas después del 68[i]. Así, los interesados en ese tema, debemos recurrir a “la policíaca” de los diferentes diarios de la ciudad. En aquellos años, era ese espacio periodístico dedicado a la delincuencia, donde se exponían las acciones de lucha efectuadas por los diferentes grupos revolucionarios que operaban en Guadalajara. No paso por alto las reflexiones que sobre el movimiento armado se presentaban en publicaciones clandestinas, como el periódico “Madera” de la Liga Comunista 23 de Septiembre (La Liga), o “Proletario”, órgano de difusión de la Unión del Pueblo (UP)[ii].

Pero si tan sólo revisamos los diarios que van de 1973 a 1978 periodo en que inicia y relativamente finaliza la época de la lucha armada con la Amnistía de José López Portillo[iii], encontraremos que en los periódicos de la ciudad se hacia un seguimiento sobre los movimientos de la guerrilla desde un enfoque de linchamiento. Es obvio que asuntos como asaltos, secuestros, ejecuciones o detenciones tuvieran su lugar en la nota roja.Lo extraordinario para un observador común resulta encontrar, que fuera de la frecuente lapidación periodística, prácticamente no existan reflexiones sobre la guerrilla desde una perspectiva política o social. Entiendo que una aspiración de ese tipo, situada en el presente, no tiene por que ser efectiva en un periodo histórico del país, en el cual no había muchas oportunidades para hacer análisis o elucubraciones sobre los movimientos sociales armados. Lo que sí se puede destacar es que a partir de una necesidad informativa en dichos diarios, se fue construyendo una crónica de la guerrilla desde la cual, con los años, se empezarían a elaborar los primeros documentos de historia sobre dicho tema. Ante esa situación cabe la pregunta: ¿Cuáles son las posibilidades para elaborar una narrativa sobre la guerrilla, a partir de la crónica policíaca?

Si como historiadores queremos darle movimiento a esa crónica sobre la guerrilla, contada en los diarios como un elemento efectivo en nuestro trabajo, más temprano que tarde habremos de atascarnos. Y es que la crónica policíaca como una forma de hacer periodismo –sin olvidar que estamos situados en la década de los setenta-, traía consigo esa lógica de imprecisiones, recortes, falseo, oscurecimiento y lagunas premeditadas o no, sobre la cual, no deja de ser interesante encontrar el cauce de necesidades políticas muy claras respecto a como es que la clase en el poder, decidía como debía ser tratado el fenómeno de la guerrilla. Cuando tratamos de construir una historia sobre los grupos armados, y acudimos a los diarios locales, se abre la posibilidad de entrever esa historia aún no contada que coloca a la prensa tapatía, en el núcleo nada deseable de una parcialidad operativa, en el sentido de que actuaba conforme a una necesidad política. Irónicamente, esas notas deshilvanadas y malhechas terminaron siendo parte de la base documental mediante la cual se empezaron a construir las primeras historias sobre la guerrilla en la ciudad durante los setenta.

En primera instancia debo decir, que una de las características de la historia de la guerrilla en Guadalajara hasta fines de los noventa es que se presenta como crónica. Libros como La Rebelión de Oblatos[iv], Las causas: historia de un desaparecido político[v] o La hora de los mártires[vi] son trabajos que tocan el tema de la guerrilla en Guadalajara, que muestran una dura vértebra basada en la crónica, y a la vez cuentan con una débil estructura de temporalidad desde la cual se pueda precisar un contexto histórico especifico. A este respecto -que tiene que ver con la cuestión metodológica- Sonia Corcuera señala la carencia de una “referencialidad secundaria”, como la pieza clave que mantiene en un límite a la crónica. Podríamos por ejemplo leer en el periódico alguna crónica sobre los acontecimientos políticos o económicos sucedidos ayer, pero sin llegar a pensar que nos proporcionan una representación específicamente histórica de los acontecimientos en cuestión. Este tipo de relatos cuentan con mayor o menos exactitud lo que sucedió hace un día o un año, pero carecen de lo que Ricoeur denomina la “referencialidad secundaria” de las narrativas históricas[vii]. En la construcción de una historia sobre la guerrilla en Guadalajara, ésta “referencialidad secundaria” de la que habla Paul Ricoeur a través de Corcuera, se refiere a la posición en el tiempo que ocupa el historiador que desarrolla una investigación sobre dicho fenómeno.

Con ello destaca que la condición en que una historia sobre la guerrilla se escriba, será determinada por la manera en que el mismo historiador la estructure, lo cual implica la introducción de elementos subjetivos intrínsecos a la mentalidad de quien escribe: El hombre, y de manera particular, el historiador, no puede no pensar sobre sus experiencia del tiempo y, sin embargo, a pesar de que sí piensa en ella, nunca puede hacerlo de manera racional y global.[viii] La crónica da cuenta sobre los espacios cronológicos, pero no identifica ni desarrolla explicativamente los elementos contextuales que producen un fenómeno. La trama es la dimensión configurativa de la historia a la que Ricoeur se refiere. Pasados los años, encontramos que las crónicas de los diarios que hablaban sobre la guerrilla, no pudieron dar cuenta del todo sobre las condiciones de un fenómeno al cual esos mismos textos, combatieron desde el desinterés o desde la malversión. El caso de la guerrilla es ejemplar para destacar, la irregularidad del flujo lógico y racional de las sociedades situadas en un curso progresivo aparente. La historia no se constituye de capas organizadas y condicionadas a una dirección escalonada. La historia es de tumbos, rupturas, anomalías y regresiones.
Es por ello que los aparatos políticos deben maquillar, falsear, deformar una realidad y hacerla pasar por otra. Así, desde los diarios, el sistema de difusión ideológico del Estado, en el cual los periódicos tenían un lugar sobresaliente, presentaban la realidad del país como una extensión del paraíso, en donde los problemas sociales no existían y de ser así, estos no significaban un inconveniente y su discusión no merecía ir más allá de la nota roja. La idea de la perfección racional, ha marcado una ruta entendida como el progreso de la humanidad en una sola dirección hacia un “mundo mejor”. La manera de deshacerse de aquellos eventos que contradicen ese curso, es erradicarlos de la historia[ix]. Entiendo que es desde los diarios, que la mano reformadora intervine para proteger un esquema político. Esa acción en primer lugar, valida que la humanidad no se encuentra extraviada. Indica con ello, que la locura socialista propuesta por los guerrilleros podía ser arrinconada desde los diarios y ser a la vez, presentada como una anomalía. Baste como prueba de ello, la declaración del Cardenal de Guadalajara, José Salazar, para precisar esa imagen de un orden progresivo en el cual la revolución entendida como una digresión, es una amenaza para la evolución de la humanidad. La violencia es antisocial por los métodos mismos que le permiten organizarse en una complicidad de grupo donde el silencio forma el cemento de cohesión y el escudo de protección. La Iglesia hace un llamado a la paz en todo el año, y sobre todo en esta época de Cuaresma.

La violencia conduce a la revolución, y la revolución a la pérdida de la libertad[x].La lógica progresista encarna en los autores de la crónica policíaca, esa idea de las correcciones orientadas a maquillar la condición autodestructiva de la raza humana. La barbarie es parte de la historia, esa historia de signos brutales que no puede ser doblada por cinco personas metidas en las oficinas de algún periódico, trabajando desde la plataforma de la nota roja, intentando deshacer la historia de una guerra de baja intensidad contra el pueblo de México, de donde resultaron miles de muertos y desparecidos en el país. La humanidad no progresa lentamente de combate en combate hacia la paz. La humanidad avanza en un sistema de reglas de violencia, de dominación en dominación. La regla que permite se haga violencia contra la violencia, hace viable que otra dominación someta a los que dominan[xi]. Seria excesivo tratar de sostener que un solitario individuo, mecanografiando notas policíacas durante la madrugada en la Guadalajara de los setenta, determinara el curso de la idea progresiva de la carrera humana. En cambio, no es sorprendente pensar en ese tipo de crónica, como parte de un complejo mecanismo ideológico, que pretendía crear una percepción acerca de una lucha entre el bien y el mal. El bien encarnado por las autoridades del Estado. El mal son esos otros: los guerrilleros, los apatridas, los malos mexicanos, los enfermos mentales, los que no tenían amor por el país ni respeto por la sociedad[xii]. La compresión del enemigo, cifrándolo a un estatus de maldad, fue entre otras, la clave del sistema autoritario mexicano de los setenta para dibujar entre los tapatíos, una desproporcionada idea de los rebeldes.

CITAS:
[i] La siguiente referencia de Franz Neumann, nos da luz sobre el sentido de la teoría de la conspiración comunista: “La finalidad de la teoría es clara: la angustia potencial se actualiza con la referencia a los conspiradores diabólicos: la conspiración amenaza a la familia, la propiedad, la moral, la religión. La angustia se convierte fácilmente en angustia persecutoria neurótica, que a su vez, bajo ciertas circunstancias puede llevar a un movimiento de masas totalitario.” No hay que olvidar, que aún antes de la aparición en forma de los grupos armados hacia 1973, ya corría por el ambiente nacional, la idea de la “conspiración comunista”. Esto desde que el gobierno de la república, especuló sobre la posibilidad de que países socialistas, estaban detrás de los disturbios del año 1968. Para precisar una mejor lectura sobre la explotación de la paranoia anticomunista véase: Franz Neumann, El Estado democrático y el Estado autoritario, Buenos Aires, Paidós, 1968, pp.266-273
[ii] Rodolfo Gamiño Muñoz, Origen de un grupo guerrillero en Guadalajara, La Liga Comunista 23 de Septiembre, Tesis de Licenciatura, Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 2006, p. 83 Junto a La Liga y a la UP, sólo falta incluir a Las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FRAP), comandadas por los hermanos Carlos, Juventino y Ramón Campaña López. Las tres fuerzas de alguna manera emanaron a su vez, del Frente Estudiantil Revolucionario (FER). Igualmente, las tres empezaron a actuar a partir de 1973, y fundamentaban su posición política y militar desde tres diferentes maneras de interpretar el Marxismo-leninismo.
[iii] Recomiendo leer el Decreto de Amnistía a los grupos armados publicado en el Diario oficial, el 28 de septiembre de 1978. El corte de la temporalidad que manejo para la tesis de maestría, Historia de los guerrilleros en Oblatos (1973-1978), le he dejado precisamente en el año 1978 debido a que es a partir de dicho decreto, que se obsequian las ordenes de liberación de decenas de presos de las cárceles de la república. Para el caso del proceso de constitución de ese decreto consultar a Arturo Martínez Nateras, El Tema de la Amnistía, México, Ediciones de Cultura Popular, 1978, 192 páginas.
[iv] El libro versa en su mayoría, sobre los motines de septiembre de 1977. La estructura esta fundada en una breve serie de entrevistas con los presos comunes, algunas descripciones de la penitenciaría, y prácticamente la mitad del libro lo dedica a las crónicas de los diarios sobre los motines. Lo más curioso, es la falta total de un análisis, pues sus conclusiones están sujetas a las versiones de los diarios. Es por ello que algunos de los ex militantes de la guerrilla lo tildan de oficialista, se recomienda leerlo como parte de esos primeros intentos de los que arriba hablo: José Aguilera Arévalo, La rebelión de Oblatos. México, Sin editorial, 1979, 172 pp.
[v] Este libro de Alberto Núñez, desarrolla su estructura cronológica en base a la crónica de los diarios de Guadalajara. Esta planteado como novela histórica y es claro que se refiere a las historia de la Unión del Pueblo. Núñez Jara fue miembro de ese grupo y fue detenido en marzo de 1978. Si se quiere indagar algo sobre esta organización, hay que revisar dicho texto. Alberto Núñez Jara, Las Causas: memorias de un desaparecido político, México, Moción, 1985, 144 pp.
[vi] La hora de los mártires es un libro que también esta muy ligado al curso impuesto por la crónica de los periódicos, aunque es un poco más crítico en tanto coteja lo dicho por los diarios con testimonios de los participantes. Los tres carecen de los ajustes epistémicos necesarios como para poder conformar una trama, que a su vez les permita constituirse en un relato o una narración histórica. Evidentemente, esas carencias se justifican dado que en buena medida, estos tres libros representan los primeros intentos formales por presentar el fenómeno de la guerrilla en Guadalajara. Alfredo Angulo Macias, La hora de los mártires, México, La casa de los cuentos del mago ciego tallador de vidrios, 1997, 106 pp.
[vii] Sonia Corcuera de Mancera, Voces y silencios en la historia siglos XIX y XX, México, FCE, 1997, p. 350
[viii] Ídem p. 351
[ix] Viene a la mente aquel pasaje en el que Winston Smith, personaje principal de la novela 1984, se encargaba de manipular lo escrito en los diarios con el afán de que la historia fuera perfecta conforme a los intereses de un Estado Totalitario. “Winston pidió por la telepantalla los números necesarios del Times, que le llegaron por el tubo neumático pocos minutos después. Los mensajes que había recibido se referían a artículos o noticias que por una u otra razón era necesario cambiar, o, como se decía oficialmente, rectificar”. George Orwell, 1984, España, Salvat editores, 1970, p. 33
[x] El Informador, Guadalajara, México, 22 de marzo de 1978.
[xi] Michael Foucault, Nietzsche, la genealogía, la historia, Valencia, Pre-textos, 1997, p. 53
[xii] Prueba de esa mecánica para colocar a los guerrilleros como parte de un proyecto que sólo pretendía el mal por el mal, es la siguiente declaración en relación a los bombazos de la UP, en el centro de la ciudad, durante septiembre de 1977. “Los actos del martes son producto de enfermos mentales, dogmatizados que realizan el terrorismo político, que pretende desestabilizar, crear desconfianza en general y contra las autoridades. Clásica intentona de la extrema izquierda. Este tipo de terroristas, pretenden servir a su causa con actos en contra de la sociedad, ignorando que el terrorismo une más a quien lo padece”. El Diario de Guadalajara, México, 16 de Septiembre de 1977.